Entrevistas|septiembre 2025
La sastre, artesana y escritora sueca Kerstin Neumüller explica cómo remendar nuestra propia ropa puede convertirse en una herramienta de empoderamiento y cambio.
Los arreglos siempre han formado parte del lenguaje del denim. Prolongan la vida útil de una prenda preciada, aportando una capa personal al tejido existente, transformando rasgaduras, desgarros y desgaste en obras de arte. Antiguamente, era una necesidad natural, ahora el arte de remendar es una elección consciente y lúdica, que puede ofrecer una sensación de autonomía, además de belleza.
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También notarás que la ropa confeccionada con materiales genuinos mejora con el tiempo, no empeora. Vale la pena conservarla, y con el tiempo creas un vínculo con ella. Arreglar tu propia ropa fortalece esa relación e incluso puede aportarle un nuevo significado. Pero creo que va más allá de solo la ropa. La idea es establecerte y manifestarte como alguien capaz de cambiar e influir en tu entorno, demostrando que eres una persona competente que sabe cuidarse, alguien que cree que hay más soluciones a los problemas que el mero consumo. Nos han enseñado que así se solucionan las cosas; pagamos a alguien para que lo haga por nosotros. Pero es importante dar un primer paso en la dirección opuesta: «Yo puedo hacerlo».
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Por supuesto, a veces, los remiendos solo se hacen para poder seguir usando una prenda rota o desgastada. Arreglas el agujero de unos pantalones que usas para cortar leña con un parche adhesivo, y duran una temporada más; sin dramas, punto. Por eso, los parches y los remiendos rudimentarios forman parte del lenguaje del denim, pero no de los jerséis de cachemir fino ni de las camisas de vestir. Los vaqueros son ropa de trabajo: prácticos, no formales, así que remendarlos nunca resultó un problema. Si le pedías a tu madre que te arreglara el vestido de noche, quizá te dijera que no, que no puede. ¿Pero unos vaqueros? Sin problema.
El denim sigue estando, todavía, vinculado a la cultura juvenil y a la moda informal. Los valores de lo casero del movimiento hippie aún resuenan, y la decoloración y las señales de uso siguen siendo intrínsecas al mundo del denim. Hay que usar los vaqueros durante mucho tiempo para que desarrollen sus matices característicos. Y justo cuando están en su mejor momento y resultan más cómodos, empiezan a romperse. Llevar la ropa a ese nivel de desgaste es exclusivo del denim y, naturalmente, crea la necesidad de reparar.
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«La influencia de antiguas técnicas japonesas como el boro y el sashiko sin duda ha contribuido a reavivar el interés por el remiendo visual en los últimos años. La cultura japonesa se identifica muy bien con nuestro anhelo de origen y autenticidad. También espero que tradiciones de remiendo similares de otras culturas, como los textiles kantha indios, adquieran mayor reconocimiento a raíz de la tendencia actual», afirma Kerstin Neumüller, cuyo último libro, coescrito con el artista sueco-japonés Takao Momiyama, está dedicado al remiendo sashiko.
La gente se siente atraída por la estética lúdica del remiendo visible. Creo que ahí reside gran parte de su atractivo. Muchos recordamos a una profesora de costura enfadada insistiendo en que todo debe ser perfecto, que el trabajo debe verse tan limpio y ordenado por dentro como por fuera. Esa presión puede hacerte sentir que no tiene sentido intentarlo; es demasiado complicado. El remiendo visual es lo opuesto: accesible y permisivo: todo vale, todos pueden participar. Aporta una energía divertida y positiva a la artesanía, más atractiva para el principiante. Solo necesitas hilo, una aguja y un retal de tela, e incluso unas puntadas pueden convertirse en un pequeño bordado. Hay mucha libertad y alegría en ese enfoque.
Con el tiempo, remendar puede despertar una mayor curiosidad. Un simple arreglo puede dar lugar a nuevas habilidades, y la pregunta pasa de «¿Puedo arreglar esto?» a «¿Qué más puedo hacer?». No todos los proyectos tienen que ser una declaración de estilo audaz —a veces el remiendo es llamativo y ostentoso, otras veces discreto y práctico—, pero cada arreglo abre la puerta a una forma de vida más práctica y autosuficiente.
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